Margarita, está linda
la mar,
y el viento
lleva esencia sutil
de azahar;
yo siento
en el alma una
alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a
contar
un cuento.
Éste era un rey que
tenía
un palacio de
diamantes,
una tienda hecha del
día
y un rebaño de
elefantes,
un kiosko de
malaquita,
un gran manto de
tisú,
y una gentil
princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vió una estrella
aparecer;
la princesa era
traviesa
y la quiso ir a
coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una
perla,
y una pluma y una
flor.
Las princesas
primorosas
se parecen mucho a
ti:
cortan lirios, cortan
rosas,
cortan astros. Son
así.
Pues se fué la niña
bella,
bajo el cielo y sobre
el mar,
a cortar la blanca
estrella
que la hacía
suspirar.
Y siguió camino
arriba,
por la luna y más
allá;
mas lo malo es que
ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de
vuelta
de los parques del
Señor,
se miraba toda
envuelta
en un dulce
resplandor.
Y el rey dijo:
"¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te
hallé;
y ¿qué tienes en el
pecho,
que encendido se te
ve?"
La princesa no
mentía.
Y así, dijo la
verdad:
"Fuí a cortar la
estrella mía
a la azul
inmensidad."
Y el rey clama:
"¿No te he dicho
que el azul no hay
que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué
capricho!
El Señor se va a
enojar."
Y dice ella: "No
hubo intento;
yo me fuí no sé por
qué;
por las olas y en el
viento
fuí a la estrella y
la corté."
Y el papá dice
enojado:
"Un castigo has
de tener:
vuelve al cielo, y lo
robado
vas ahora a
devolver."
La princesa se
entristece
por su dulce flor de
luz,
cuando entonces
aparece
sonriendo el Buen
Jesús.
Y así dice: "En
mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las
niñas
que al soñar piensan
en mí."
Viste el rey ropas
brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos
elefantes
a la orilla de la
mar.
La princesita está
bella,
pues ya tiene el
prendedor
en que lucen, con la
estrella,
verso, perla, pluma y
flor.
Margarita, está linda
la mar,
y el viento
lleva esencia sutil
de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí
vas a estar,
guarda, niña, un
gentil pensamiento
al que un día te
quiso contar un cuento.
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