Rubén Darío |
El Instituto Nacional Público de Boaco ha creado este blog, para conmemorar el centenario de la muerte de nuestro poeta, Rubén Darío, máximo exponente de la literatura nicaragüense, creador del Modernismo. Aquí daremos a conocer su obra, cuentos, poemas, cartas y artículos escritos en los periódicos de su tiempo; además de las actividades que nuestro Centro desarrolle durante el año lectivo, como un homenaje a Darío.
Secundaria
Instituto Nacional Público de Boaco "Rosa Cerda Amador"
lunes, 23 de febrero de 2015
jueves, 19 de febrero de 2015
me aplaudirá el mundo
...En una fiesta de la Purísima, jolgorio en honor a la Virgen, que se celebra en diciembre, su primo Pedro —el hijo de su tío político—, un precoz y extraordinario pianista, es ovacionado por el público juvenil que colma la sala y los corredores de la casa. Rubén está allí y uno de los compañeros le dice:
—Oye cómo aplauden a Pedro. ¿Qué te parece?
Reconoce la intención del interrogante, y contesta:
—Lo merece; pero a Pedro lo aplauden aquí, a mí me aplaudirá el mundo.
Torres E. La dramática vida de Rubén Darío.
1982. La Habana,
Cuba. Editorial Arte y Literatura.
miércoles, 18 de febrero de 2015
Poeta niño
Un soneto, escrito por Darío, durante su infancia se salva de perderse gracias a la devoción dariana del Dr. Juan de Dios Vanegas.
LA FE
(soneto)
En medio del abismo de la duda
lleno de oscuridad, de sombra vana,
hai una estrella que reflejos mana,
sublime, sí, mas silenciosa, muda.
Ella con su fulgor divido escuda,
alienta y guía a la
martes, 17 de febrero de 2015
Retorno
El retorno a la
tierra natal ha sido tan
sentimental, y tan
mental, y tan divino,
que aún las gotas del
alba cristalinas están
en el jazmín de
ensueño, de fragancia y de trino.
Por el Anfión antiguo
y el prodigio del canto
se levanta una gracia
de prodigio y encanto
que une carne y
espíritu, como en el pan y el vino.
En el lugar en donde
tuve la luz y el bien,
¿qué otra cosa podría
sino besar el manto
a mi Roma, mi Atenas
o mi Jerusalén?
Divagaciones
Mis ojos espantos han visto;
tal ha sido mi triste suerte;
cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.
Hombre malvado y hombre listo
en mi enemigo se convierte;
cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.
Desde que soy, desde que existo,
mi pobre alma armonías vierte.
Cual la de mi Señor Jesucristo,
La calumnia
Puede una gota de
lodo
sobre un diamante
caer;
puede también de este
modo
su fulgor obscurecer;
pero aunque el
diamante todo
se encuentre de fango
lleno,
el valor que lo hace
bueno
no perderá ni un
instante,
y ha de ser siempre
diamante
Los motivos del lobo
El varón que tiene
corazón de lis,
alma de querube,
lengua celestial,
el mínimo y dulce
Francisco de Asís,
está con un rudo y
torvo animal,
bestia temerosa, de
sangre y de robo,
las fauces de furia,
los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia,
el terrible lobo!
Del campo
¡Pradera, feliz día! Del regio Buenos Aires
quedaron allá lejos el fuego y el hervor;
hoy en tu verde triunfo tendrán mis sueños vida,
respiraré tu aliento, me bañaré en tu sol.
Muy buenos días, huerto. Saludo la frescura
que brota de las ramas de tu durazno en flor;
formada de rosales tu calle de Florida
mira pasar la
Gloria , la
Banca y el Sport.
Canción de otoño en primavera
¡Juventud, divino
tesoro,
ya te vas para no
volver!
Cuando quiero llorar,
no lloro,
y a veces lloro sin
querer...
Plural ha sido la
celeste
historia de mi
corazón.
Era una dulce niña en
este
mundo de duelo y
aflicción.
Miraba como el alba
pura,
sonreía como una
flor.
Era su cabellera
oscura,
hecha de noche y de
dolor.
A Margarita Debayle
Margarita, está linda
la mar,
y el viento
lleva esencia sutil
de azahar;
yo siento
en el alma una
alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a
contar
un cuento.
Éste era un rey que
tenía
un palacio de
diamantes,
una tienda hecha del
día
y un rebaño de
elefantes,
lunes, 16 de febrero de 2015
Cuento La larva
Como se hablase de Benvenuto
Cellini y alguien sonriera de la afirmación que hace el gran artífice en su
Vida, de haber visto una vez una salamandra, Isaac Codomano dijo:
-No sonriáis. Yo os juro que he
visto, como os estoy viendo a vosotros, si no una salamandra, una larva o una
ampusa.
Os contaré el caso en pocas
palabras.
Cuento El rey burgués
¡Amigo! El cielo está opaco, el
aire frío, el día triste. Un cuento alegre... así como para distraer las
brumosas y grises melancolías, helo aquí:
Había en una ciudad inmensa y
brillante un rey muy poderoso, que tenía trajes caprichosos y ricos, esclavas
desnudas, blancas y negras, caballos de largas crines, armas flamantísimas,
galgos rápidos, y monteros con cuernos de bronce que llenaban el viento con sus
fanfarrias. ¿Era un rey poeta? No, amigo mío: era el Rey Burgués.
Cuento: El nacimiento de la col
Micro-cuento de Rubén Darío
En el paraíso terrenal, en el día luminoso en que las flores fueron creadas, y antes de que Eva fuese tentada por la serpiente, el maligno espíritu se acercó a la más linda rosa nueva en el momento en que ella tendía, a la caricia del celeste sol, la roja virginidad de sus labios.
-Eres bella.
-Lo soy -dijo la rosa.
En el paraíso terrenal, en el día luminoso en que las flores fueron creadas, y antes de que Eva fuese tentada por la serpiente, el maligno espíritu se acercó a la más linda rosa nueva en el momento en que ella tendía, a la caricia del celeste sol, la roja virginidad de sus labios.
-Eres bella.
-Lo soy -dijo la rosa.
lunes, 9 de febrero de 2015
Obras cumbres de Darío
Azul.
Primera gran obra de Rubén Darío que le lleva a las puertas
del éxito literario, la elegancia estética narrada en versos y prosas.
Se publica por vez primera en Valparaíso (Chile) en 1888.
Enseguida traspasa las fronteras, pero donde realmente
triunfa, ante una rendida crítica de elogios, será en España...
¿Por qué este título Azul... ? No conocía aún la frase
huguesca "L'Art c'est l'azur"... " más el azul era para mí el
color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color
oceánico y firmamental... ... Concentré en ese color célico la floración
espiritual de mi primavera artística...
(Rubén Darío, La Nación, Buenos Aires, 1913).
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