Secundaria

Instituto Nacional Público de Boaco "Rosa Cerda Amador"

sábado, 18 de julio de 2015

¿Por qué?

¿Por qué?[i]
¡Oh, Señor!, el mundo anda muy mal. La sociedad se desquicia. El siglo que viene verá la mayor de las revoluciones que han ensangrentado la Tierra. ¿El pez grande se come al chico? Sea; pero pronto tendremos el desquite. El pauperismo reina, y el trabajador lleva sobre sus hombros la montaña de una maldición. Nada vale ya sino el oro miserable. La gente desheredada es el rebaño eterno para el eterno matadero. ¿No ve usted tanto ricachón con la camisa como si fuese de porcelana, y tanta señorita estirada envuelta en seda y encaje? Entre tanto las hijas de los pobres desde los catorce años tienen que ser prostitutas. Son del primero que las compra. Los bandidos están posesionados de los bancos y de los almacenes. Los talleres son el martirio de la honradez; no se pagan sino los salarios que se les antoja a los magnates, y mientras el infeliz logra comer su pan duro, en los palacios y casas ricas los dichosos se atracan de trufas y faisanes. Cada carruaje que pasa por las calles va apretando bajo sus ruedas el corazón del pobre. Esos señoritos que parecen grullas, esos rentistas cacoquimios y esos cosecheros ventrudos son los ruines martirizadores.
Yo quisiera una tempestad de sangre; yo quisiera que sonara ya la hora de la rehabilitación, de la justicia social. ¿No se llama democracia a esa quisicosa política que cantan los poetas y alaban los oradores? Pues, maldita sea esa democracia. Eso no es democracia sino baldón y ruina. El infeliz sufre la lluvia de plagas; el rico goza. La prensa, siempre venal y corrompida, no canta sino el invariable salmo del oro. Los escritores son los violines que tocan los grandes potentados. Al pueblo no se le hace caso. Y el pueblo está enfangado y pudriéndose por culpa de los de arriba: en el hombre el crimen y el alcoholismo; en la mujer, así la madre, así la hija y así la manta que las cobija. ¡Conque calcule usted! El centavo que se logra, ¿para qué debe ser sino para el aguardiente? Los patrones son ásperos con los que les sirven. Los patrones, en la ciudad y en el campo, son tiranos. Aquí le aprietan a uno el cuello; en el campo insultan al jornalero, le escatiman el jornal, le dan a comer lodo y por remate les violan a sus hijas.

Todo anda de esta manera. Yo no sé cómo no ha reventado ya la mina que amenaza al mundo, porque ya debía haber reventado. En todas partes arde la misma fiebre. El espíritu de las clases bajas se encarnará en un implacable y futuro vengador. La onda de abajo derrocará la masa de arriba. La comuna, la internacional, el nihilismo, eso es poco; ¡falta la enorme y vencedora coalición! Todas las tiranías se vendrán al suelo: la tiranía política, la tiranía económica, la tiranía religiosa. Porque el cura es también aliado de los verdugos del pueblo. Él canta su tedeum y reza paternóster, más por el millonario que por el desgraciado. Pero los anuncios del cataclismo están ya a la vista de la humanidad y la humanidad no los ve; lo que verá bien será el espanto y horror del día de la ira. No habrá fuerza que pueda contener el torrente de la falta de venganza. Habrá que cantar una nueva marsellesa que como los clarines de Jericó destruya la morada de los infantes. El incendio alumbrará las ruinas. El cuchillo popular cortará cuellos y vientres odiados; las mujeres del populacho arrancarán a puños los cabellos rubios de las vírgenes orgullosas; la pata del hombre descalzo manchará la alfombra del opulento; se romperán las estatuas de los bandidos que oprimieron a los humildes; y el cielo verá con temerosa alegría, entre el estruendo de la catástrofe redentora, el castigo de los altivos malhechores, la venganza suprema y terrible de la miseria borracha.
- ¿Pero quién eres tú? ¿Por qué gritas así?
- Yo me llamo Juan Lanas y no tengo un centavo.

NICARAOCALLI - Mayo-Junio 2011 - Edición 113





[i] Víctor Selva Gutiérrez
Presentación
Rubén Darío es más conocido como un gran poeta, pero en realidad fue también un notable prosista, desempeñándose como periodista, ensayista literario y prosista poético en sus cuentos.
Esta vez hemos escogido de los Cuentos Sociales de Rubén Darío publicados por Ediciones Distribuidora Cultural, Managua, Nicaragua, 2003, uno de sus cuentos de esa colección que contiene una crítica cruda y dura a la sociedad de su tiempo, pero pareciera que dicha critica fue escrita para la sociedad de nuestros días. En el cuento Darío describe el esplendor de la riqueza y la miseria de la pobreza. El cuento es titulado como una gran interrogante ¿Por Qué?
Darío como todo escritor encuentra la materia narrativa tanto para su poesía como para su prosa en la realidad social de su época, que constituye un testimonio de la condición humana en un mundo donde la única preocupación del hombre es la acumulación de bienes materiales basado en la explotación de la clase trabajadora.

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